Introducción
El primer paso de cualquier inversión de capital privado —decidir dónde invertir— puede parecer obvio, pero no es fácil de ejecutar.
Al fin y al cabo, el buen rendimiento de los fondos de capital privado es el resultado de una compleja coreografía que incluye la búsqueda de empresas excelentes, la adquisición de las mismas por su valor e impulsar la mejora operativa antes de la salida.
Por tanto, una parte clave de la selección de posibles inversiones es la evaluación de la calidad empresarial de una compañía concreta. Nuestra experiencia nos dice que las empresas excelentes producen sistemáticamente flujos de caja duraderos y estables a largo plazo. Aunque sean innumerables los factores que contribuyan a la calidad de las empresas, hemos comprobado que hay seis atributos específicos que confluyen (y se coinciden) para marcar una buena o gran empresa, independientemente del sector o la ubicación geográfica.
Una vez que hemos examinado las empresas en función de estos atributos, adoptamos un enfoque oportunista para encontrar situaciones en las que podamos adquirir esas empresas de mayor calidad a cambio de un beneficio. También buscamos oportunidades en las que asumir un papel operativo activo probablemente mejore el rendimiento y los flujos de caja de las empresas.
A continuación, examinaremos con más detalle estos seis atributos, incluyendo la importancia de cada uno de ellos, y compartiremos las preguntas que nos hacemos a nosotros mismos para determinar si una empresa pertenece al grupo de las que nos interesaría adquirir.
Los seis atributos de una empresa excelente
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Productos o servicios esenciales
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Altas barreras de entrada
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Posiciones de liderazgo en el mercado
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Flujos de caja estables
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Ventajas competitivas duraderas
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Aprovechamiento de las operaciones a gran escala
Cuando describimos la calidad de una empresa, estamos resumiendo una amplia gama de características que determinan sus posibilidades de éxito a largo plazo.
Como parte de nuestro proceso de aseguración, realizamos un análisis exhaustivo de los resultados financieros y operativos específicos de la empresa, así como una revisión detallada de la estructura del sector y de la dinámica del mercado competitivo. Esto nos permite valorar las tendencias y los impulsores del rendimiento operativo. También evaluamos la magnitud y la sostenibilidad de las ventajas competitivas de una empresa, así como los riesgos relacionados con cualquier posible cambio en el producto, el servicio o la propuesta de valor de una empresa. Luego traducimos eso en nuestra evaluación de los flujos de caja a largo plazo y el potencial de creación de valor. Este análisis comprensivo de "bottom-up" nos permite crear convicción en las empresas en las que buscamos invertir —negocios de alta calidad en sectores que conocemos bien y en los que tenemos una ventaja competitiva o informativa— y respaldar nuestro objetivo de crear valor a lo largo de nuestro periodo de tenencia.